"La garantía definitiva": Cuando las armas nucleares eran una fuente de templanza en tiempos de convivencia

Libro. Mientras la agitación en el panorama político francés expone cada vez más a Francia a los riesgos de una nueva cohabitación, Dominique Mongin, historiador especializado en disuasión, publicó oportunamente en abril una reinterpretación de cómo se han gestionado los asuntos nucleares militares franceses a nivel nacional desde 1986. Una introducción muy cautelosa, pero sin precedentes, sobre este tema tan sensible y de gran actualidad, con un prefacio de Maurice Vaïsse, especialista en la historia de la política de defensa francesa.
A través de La Garantía Definitiva (Odile Jacob, 352 páginas, 27 euros), el Sr. Mongin defiende la tesis de que las tensiones que pudieron haber surgido entre François Mitterrand y Jacques Chirac (1986-1988), Mitterrand y Édouard Balladur (1993-1995), o Chirac y Lionel Jospin (1997-2002) no han, en su opinión, puesto en duda lo esencial: el apego francés a la disuasión nuclear. Una «política bipartidista» que, según él, siempre ha sobrevivido a los juegos de aparatos desde el lanzamiento, en secreto, en 1954, del programa nuclear francés.
La revisión de estos más de quince años de vida política francesa, a través del análisis cruzado de posturas declaratorias El conocimiento mutuo y la explotación de los archivos revelan todas las asperezas que marcaron estas tres cohabitaciones, así como la gran templanza que mostraron en su momento los dirigentes políticos.
Un trabajo útil, ya que el debate presupuestario promete una vez más ser un vector de inestabilidad parlamentaria ante el difícil equilibrio que hay que encontrar entre el ahorro que el gobierno pretende realizar y el nuevo aumento anunciado de los gastos militares.
Desde el comienzo de la Quinta República, ha existido un temor real a una lucha de poder entre los dos polos del ejecutivo por el "dominio reservado" del presidente, admite el Sr. Mongin. La Constitución francesa establece una división de poderes relativamente ambigua entre el presidente de la República y su primer ministro: el jefe de Estado es el "jefe de las fuerzas armadas", mientras que el jefe de gobierno es "responsable de la defensa nacional". Pero el "dominio reservado" del presidente —cuyas prerrogativas se aclararon por decreto en 1996—, en la práctica, solo se ha visto afectado por "obstáculos", cree el historiador.
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Le Monde